viernes, 14 de septiembre de 2012

Mediterráneo ~

Cierro los ojos frente a la ventana escuchando como fluye el agua en aquella piscina y es inevitable no acordarse de que no hace tanto los cerraba y escuchaba aquel mar. Bendito mar sí. Ahí estabas cuando te necesitaba, incluso en noches de lluvia me gustaba visitarte porque solo traías buenos recuerdos y buenas sensaciones. Contigo al lado mío amé, y mi padre me enseñó a amarte a ti también, contigo hice mis primeros viajes espirituales y contigo me inspiré. Tu nunca te vas y sin embargo yo siempre te abandono al final. No me gusta hacerlo, sabes que si pudiese regresaría a ti todas las noches como intento hacer cuando estas cerca porque realmente me inundas de paz y eso es algo que rara vez tengo por como soy. Estando cerca de ti recapacito sobre muchas cosas, de hecho maduro más de lo que me doy cuenta solo escuchando el alboroto de tus aguas y esa Luna y ese Sol que tanto te guiñan sus ojos. Y es que transmites magia, aunque a veces pienso que quizá esa magia se debe en sí a la locura que sufrió en su día el ser humano al ver algo tan distinto y extremadamente complicado como eres tú.


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