viernes, 9 de mayo de 2014

Disparos.

Manos arriba. Primero te amenaza con una pistola mientras tu sorprendida sigues sin entender quién es esa persona exactamente ni por qué te señala con una pistola. Pasan los minutos horas y esa persona sigue señalándote con aquella pistola, no está cargada, pero no tarda demasiado en cargarla. Ya está, en cualquier momento puede pasar. Tu vida está en juego o no. Si te dispara puedes continuar viviendo quizá si te pillan a tiempo pero si no estás en peligro totalmente. 

Se va acercando a ti esa persona y lentamente acaba quedándose a apenas un metro de distancia de tu cuerpo. Quizá te des cuenta de que tu también puedes hacer la misma maniobra. Puedes caer en la cuenta d que efectivamente también guardas una pistola y que esa persona no se dará cuenta de que la tienes hasta que justo estés apuntándola. Sigues el mismo procedimiento y ahí os situáis los dos; uno enfrente del otro, con riesgo de muerte. 

Y suena el primer disparo. Estoy herida. Pero segundos después me fijo y por pánico disparé a esa persona que tenía enfrente. No vamos a morir. Pero estamos heridos y marcados para siempre aunque sobrevivamos. 

Así funciona el amor señores. Primero no nos esperamos a esa persona con su arma. Luego la recarga y está conquistándote. A continuación te dispara y entonces estás jodidamente enamorado. A veces solo dispara uno. Pero ese disparo, sea mutuo, o de uno..siempre deja huella en tu pecho y si se acaba..probablemente te dispararon dos veces y no habrá marcha atrás..



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