Manecillas infinitas que señalan en distintas direcciones. Podríamos levantarnos y movernos al azar a alguna de las direcciones que las propias manecillas nos indican. Podríamos decidir ir al sur, bajo tierra, pero lo cierto es que suele ser una idea que asusta a la gran mayoría y por suerte o por desgracia pertenecemos a esa gran mayoría.
Vayamos al norte. Bueno, realmente si nos ponemos a pensar ojalá fuésemos pájaros pero no lo somos y la idea de encerrarnos en un avión porque sí, tampoco atrae demasiado.
Quedémonos en el sitio pues. No. Nos quedan dos buenas opciones. Este u Oeste. Caminar. Ese simple hecho hará que todo fluya de otra forma. Caminemos hasta que no podamos más pero démonos libertad. Libertad de conocernos, libertad de conocer lo que nos rodea y que no siempre llegamos a abarcar debido a nuestra pequeña burbuja formada en el pequeño espacio que habituamos. Movámonos. Conozcamos todo lo que podamos. Pues la felicidad será más habitual en los tontos pero sabiduría es poder y bueno, y algo va relacionado con la felicidad, por mucho que nos empeñemos a veces en que no.
Estamos estancados como esos relojes de nuestros abuelos viejos y oxidados. No queremos que las manecillas avancen, ni que avancemos nosotros mismos por si nuestra pequeña atmósfera se rompe. Tenemos capacidad de mejorar nuestra atmósfera y el ser humano, tiene pura magia para construir no una sola atmósfera, sino varias. Todo depende de nosotros mismos.
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