sábado, 18 de febrero de 2012

Es sentarte a mirar pasar frente a tí el desfile mortal del cadáver de todos tus sueños.

Que ya no vale la excusa de tener que ir al baño y así encerrarte un rato como olvidando el resto. Que ya no está la felicidad extrema de ese amor que tanto te volvió loca, que ese amor encontró al suyo y tu vas descubriendo que eso no era tu amor. Ni lloros estúpidos, ni vueltas sin sentido sino simplemente risas sin sentido con vueltas estúpidas. Ya no queda esa plaza para jugar a pintarte los labios con ese pinta labios que le quitaste a tu amiga mientras te ríes porque tu abuela sigue esperándote sentada diciéndote que te tires por ese tobogán y tu solo quieres sentarte e imaginar. Tampoco quedan las historias con Peter Pan, a pesar de que sabías que este, no existía. No queda nada de eso, pero tampoco quedará en un futuro de este presente. Pues disfrutemos de estas risas, estas caídas y estas ayudas que aparecen de forma desprevenida, quién sabe, quizá en un futuro todo lo que consideramos vida ahora, sea un chiste.

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