viernes, 7 de febrero de 2014

Viento.

Me entraban escalofríos al comprobar el panorama que había a mi alrededor. Lo triste que parecía el paisaje tras haber pasado la más colorida primavera. Era como si la naturaleza hubiese decidido saltarse las estaciones a sus anchas. Así, de buenas a primeras llegaba un invierno arrollador y todo parecía algo más triste. Hacía demasiado frío y no paraba de llover. El ánimo iba por los suelos y las caras largas cada vez eran más habituales. Ya nadie sonreía, ya nada sonreía. En una de esas tardes, se me saltaron hasta las lágrimas del propio frío y de repente, sin más el viento se atrevió a limpiar aquellas lágrimas de mi rostro, como si percibiese que aunque fuese del frío, yo también estaba triste. Iba caminando sin más con los ojos casi cerrados hasta que me di cuenta de que ese viento tenía nombre, latía y me estaba mirando fijamente sonriendo. No era la primera vez que me limpiaba las lágrimas en aquella larga estación, pero me encontraba tan cegada al encerrarme en aquel paisaje emocional y físico que no le veía. Y desde entonces, mis hijos pasaron a llamarse de apellido "Viento" y tu nombre..Tu nombre se lo dejé a la primavera a la que me arrastraste con tu gran fuerza; porque como buen viento, me creaste una ventisca emocional.


No hay comentarios:

Publicar un comentario